Después
de relataros mi estancia en el Hospital para mi autotrasplante, me sentí como
si ya os hubiera dicho todo lo importante y ese, es en parte el motivo de mi
ausencia por este tiempo, pero yo sé realmente que mi historia está inconclusa.
Si
las palabras no vienen solas, es difícil encontrarlas. Pero sé que os debo el
acabar mi historia y desde el aeropuerto internacional de Bata en Guinea
Ecuatorial, con la tranquilidad que siempre me dio estar en tierras africanas,
las palabras parece que están volviendo y la historia componiéndose de nuevo en
mi cabeza. No olvidéis que, al fin y al
cabo, yo nací en este continente (Melilla) y por tanto soy africano de pleno
derecho.
Así
que aquí estoy, para seguiros motivando en esta lucha diaria contra la enfermedad,
ya que mi historia va de motivación y de éxito y esto, como ya os repetido
muchas veces, depende en gran medida de la actitud de cada uno de nosotros.
Ya
os había contado mi lucha en el Hospital y mi salida, que fue el punto de
inflexión real de mi recuperación.
Salir
de Hospital en tan poco tiempo, supuso para mí una gran infusión de optimismo y
la vez el punto de partida del resto de mi vida, aunque si lo analizamos
fríamente, esto ocurre todos los días.
Algo
muy común y humano cuando sufrimos un trance como este, es querer hacer cosas
que tenemos aparcadas y que nos hacen ilusión, pero que nunca encontramos el
momento de realizarlas.
¡Qué
equivocados estamos! Pero nunca es tarde para rectificar, aunque lo realmente
sabio sería “escarmentar en cabeza ajena”. Aquí tenéis la mía.
En
mi caso una de esas cosas es la pasión por las motos y mas después de mas de 20
años sin tener una. Como ya os he contado, le tomé la palabra a mi amiga
Paloma, en un momento suyo de debilidad y en cuando salí del hospital comencé
los trámites para comprarme una moto.
Aquí
tenéis las fotos de un sueño conseguido. Después de mas de veinte años
deseándolo y de mas de tres años peleando con nuestras mujeres, mi amigo Paco y
yo nos convertirnos en dos niños con zapatos nuevos como se observa en nuestras
caras.
Paloma,
siempre te he dicho que tuve que coger un cáncer para convenceros de que nos
dejarais comprarnos la moto. Aunque ahora en el pecado lleváis la penitencia,
ahora sois vosotras las que estáis deseando salir a pasear en moto.
¡Quién
os ha visto y quién os ve!
Nunca
me podía imaginar, que comprarme una moto iba a convertirse además en mi tabla
de salvación, pues es así como conocí a mi amigo Rámón del que ya os he hablado
y del que todavía os tengo que contar algunas cosas, aunque el no quiera, pues
ha sido el mayor artífice de que el mieloma no me acompañe en estos momentos. Deuvilleros en acción:
Qué
paradojas tiene la vida, fue necesario que me pusiera contra las cuerdas, que
pendiera sobre mi cabeza la tan famosa espada de Damocles pendiendo de un fino
hilo, para que comenzara a disfrutar de verdad de las cosas que tenía a mi
alrededor.
No
puedo mas que dar gracias al universo por haberme enviado esta prueba, que me
ha hecho superarme y cambiar mi escala de valores.
No
me hubiera sido posible llegar aquí, sin la actitud de lucha que desde el
primer día creció en mi interior. Sin esa rebelión de todas las células de mi
cuerpo para luchar contra la enfermedad, sin ese convencimiento de que la
victoria es cierta y la lucha larga.
En
mi última entrada os decía que “Hay quién pensará que todo son casualidades y
que realmente yo he tenido suerte y el cáncer que tengo ha sido mas benigno que
el que él pueda tener.” Hoy sé que no es así.
En
la última consulta con mi hematólogo, me dijo algo que hasta ahora no había
sido capaz de decirme, que cuando el mieloma se convierte en leucemia de
células plasmáticas, se tiene el peor pronóstico que se puede tener y que en
este estadio, aún con el autotransplante, la esperanza máxima de vida es de dos
años. En mayo hará cuatro años que me diagnosticaron leucemia de células
plasmáticas. Y en estos momentos la enfermedad sigue sin reaparecer, hace ya
tres años que estoy en remisión total.
En
estos tres años he tenido noticia de que otros conocidos míos has contraído un
cáncer, e incluso algunos de ellos han fallecido. He visto como afecta
negativamente a familias completas la noticia, hasta el punto que no se atreven
ni siquiera a hablar de ello. Creo que es un error.
No
voy a decir que sea una buena noticia que te digan que tienes cáncer, pero no
es mas que una enfermedad mas, de las muchas que nos aquejan y que pueden
acortar nuestra vida. No hay mas condena de muerte que la que asumimos cuando
nacemos y tenemos la certeza de que vamos a morir por el hecho de haber nacido.
Como
yo le decía a mi amigo en el hospital, que tengamos un familiar con cáncer no
nos garantiza que vayamos a vivir mas que él, e incluso que cualquier otro
familiar pueda morir de cualquier otra cosa.
Entonces
¿porqué nos ponemos tan tristes, si no tenemos esa certeza? ¿porqué no,
simplemente, les dedicamos algo mas de tiempo? Simplemente porque la vida nos
recuerda que no somos eternos y es en esos momentos que pensamos que podemos
perder a alguien cuando nos damos cuenta que hemos perdido mucho tiempo con
cosas fútiles
¿Porqué
no disfrutamos el tiempo que estamos junto a ellos en vez de estar tristes
pensando que se van a marchar?
Por
otro lado, no todos somos iguales, es verdad, pero también he visto esa actitud
de querer esconder la enfermedad como si fuéramos culpables de algo, como si
fuera un estigma tener cáncer. Que no se hable de ello delante del enfermo. A
mí me ha ayudado hablar de ello. Enfrentarlo con toda naturalidad, contar lo que
estaba haciendo para luchar con el cáncer.
Tratarlo
de tú a tu y aceptarlo como una compañía indeseable, pero compañía con la que durante
una temporada no pude mas remedio que bailar, pero que gracias a Dios, pude
darle una patada en el c……. y que espero que no vuelva a pedirme que volvamos a
bailar juntos. Es que eso del baile no está hecho para mí.
Cuando
Dios repartió el don de la danza y el oído para la música, tengo la certeza de
que yo había ido al baño. Así que, como
os digo, espero no tener que bailar con el cáncer nunca mas. Pero si algún día
tuviera que volver a hacerlo, espero hacerlo con la misma naturalidad con la
que lo he hecho hasta ahora.
Es
por el derecho que me da el ser uno de vosotros, alguien que ha padecido
cáncer, por lo que me siento con la fuerza para deciros una vez mas: no os dejéis
vencer, levantaros y luchar, pero sobre todo, disfrutad del camino.
Vosotros ya habéis
ganado.